El fichaje de Memo Ochoa por el Burgos se ha convertido en una de las anécdotas más insólitas del mercado de transferencias. Lo que parecía ser una operación cerrada que llevaría al veterano portero mexicano a la Liga Hypermotion, terminó siendo una verdadera tragicomedia con un final inesperado: un café, una cláusula cambiada y un contrato que nunca se firmó.

El giro inesperado: el contrato y el café

El ambiente en el club burgalés era de gran expectación. El fichaje del portero Memo Ochoa se daba por hecho, con el jugador incluso viajando a la ciudad para ultimar los detalles. Se reunió con los directivos del club para revisar las últimas cláusulas del contrato, un movimiento que parecía mero trámite para unirse al equipo de cara a la temporada.

Justo en el momento de firmar, el portero mexicano solicitó un cambio en un punto del contrato. Tras salir del lugar «a por un café», el Burgos se vio obligado a actuar. Al parecer, el club le envió una nueva propuesta con condiciones modificadas a la baja. Según ha podido saber MARCA a través del entorno del jugador, el contrato final incluía solo un 60% de los ingresos publicitarios y una cláusula de 5 millones. Ante la sorpresa de las nuevas condiciones, Memo Ochoa no regresó.

El jugador sospechó que su fichaje era una estrategia del club para asegurarse ingresos publicitarios, dada su inmensa popularidad en México. Al ver que el salario ofrecido no cumplía ni con el mínimo de la categoría, decidió rechazar la oferta.

El Burgos se mueve y el fichaje que sí fue

Con el cierre del mercado a la vuelta de la esquina, el club burgalés se movió rápidamente. La portería, que parecía destinada al fichaje de Memo Ochoa, terminó en manos de Jesús Ruiz, un guardameta de 28 años que llegó como agente libre para firmar por una temporada. Su llegada, de hecho, fue bien recibida por la afición blanquinegra, que dudaba de la capacidad de Ochoa, de 40 años, para pelear la titularidad a Ander Cantero.